Las incidencias de malestar emocional suelen ser más altas en ellas, como resultado de la divergencia en salarios, las responsabilidades en el ámbito familiar y la diferencia de experiencias en el mercado laboral.
Está demostrado que las mujeres enfrentan mayor dificultad para acceder a empleos calificados y jerárquicos. Además, presentan diferencias salariales con respecto a sus pares varones y más horas de trabajo en casa, entre otros aspectos que dificultan cerrar la brecha de género.
Este artículo es la primera de dos entregas y vale empezar por señalar ¿cómo se correlaciona esa brecha con la salud y el bienestar?
La relación entre ambos temas empieza en una definición. Para la Organización Mundial de la Salud, bienestar es una condición de vida positiva, que fomenta mejoras en la persona y a la que aspiran todos los individuos. «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades» (1).
La disparidad entre hombres y mujeres en el mercado de trabajo es ya de por sí preocupante, y la lentitud con que se avanza hace que la situación sea aún más compleja e impacta en la capacidad de las mujeres de estar en plena salud.
Un estudio del World Economic Forum (“WEF”) en colaboración con McKinsey Health Institute titulado “Closing the Women’s Health Gap: A $1 Trillion Opportunity to Improve Lives and Economies” (Cerrar la brecha sanitaria de las mujeres: una oportunidad de un billón de dólares para mejorar vidas y economías), advierte que las mujeres enfrentan un 25% más del tiempo con “mala salud” que los hombres (técnicamente denominados AVAD en español, es decir, años de vida ajustados por discapacidad, o DALYs en inglés) (2).
El estudio profundiza en que la brecha de salud de las mujeres equivale a 75 millones de años de vida perdidos. ¿Las razones? mala salud o muerte prematura, el equivalente a siete días por mujer por año.
Abordar esta brecha, según el reporte, podría generar el impacto equivalente a 137 millones de mujeres accediendo a puestos de tiempo completo para 2040. Esto tiene el potencial de sacar a las mujeres de la pobreza y permitir que más se mantengan a sí mismas y a sus familias.
El camino por la salud… no mejora
Por otro lado, el referido informe del WEF atribuye las indicadas brechas en salud entre hombres y mujeres a que:
- La ciencia, en general, y los estudios clínicos, en particular, se ha centrado más en el organismo masculino, subrepresentando al femenino (existen opiniones divergentes al respecto), lo que dificulta la comprensión de las diferencias biológicas basadas en el sexo, lleva a que existan menos tratamientos disponibles y/o que sean menos eficaces para las mujeres.
- La carga de enfermedades de las mujeres es sistemáticamente subestimada, ya que se utilizan datos que la excluyen o infravaloran enfermedades importantes.
- Las mujeres tienen más probabilidades de retrasos en la atención sanitaria, diagnóstico y/o tratamientos.
Dicho estudio concluye que invertir en cerrar las brechas en salud de la mujer, no sólo puede sumar años de vida a ellas, sino que sean más sanos, pudiendo adicionar potencialmente a la economía mundial, 1 billón de dólares anuales de aquí a 2040 (3).
A su vez, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), como socio local del WEF, analizó este 2024 los resultados para México. Entre las conclusiones para el rubro ‘Salud y Supervivencia’, se destaca que poner atención a la ‘economía del cuidado’ sería un pilar clave para avanzar en la igualdad de género.
A nivel global, en los últimos 50 años, el promedio de días por permiso de maternidad aumentó de 63 a 107, mientras que los días otorgados por permiso de paternidad pasaron de uno a nueve.
Según el Banco Mundial, una mayor paridad en los permisos de cuidados se relaciona con una mayor participación femenina en la fuerza laboral. En México, las licencias de maternidad son obligatorias, intransferibles y remuneradas con una duración de 84 días. Sin embargo, los permisos de paternidad tienen una extensión de cinco días, no son obligatorios y el costo recae en el empleador y en consecuencia en la madre.
Además, aunque son más las mujeres que incursionan en la vida laboral, muchas empresas no brindan un seguro que les garantice un acceso pleno a la atención de salud y bienestar.
El estudio “Health Trends 2024”, realizado por Mercer Marsh Beneficios, descubrió que la cobertura de los beneficios de salud para mujeres sigue siendo esporádica y varía según las regiones geográficas. Por ejemplo, el 64 % de las aseguradoras de Asia no ofrecen acceso y cobertura para anticonceptivos, en comparación con sólo el 33 % en Latinoamérica y el Caribe (4).
“A pesar de que la cobertura varía de una región a otra, los problemas de salud de la mujer son universales, con importantes disparidades sociales, financieras y desigualdades en los sistemas de salud que se deben abordar en todas las regiones”, indica el informe.
Un ejemplo de esta falta de atención es que el 24 % de las aseguradoras a nivel internacional no brindan asistencia postparto, lo que obliga a las mujeres que requieren esos planes a recibirla a través del sistema público o incluso no la reciben en absoluto.
En el ámbito de trabajo también se sienten ‘poco reconocidas’
El desbalance puede tocar la línea del liderazgo, pues la metodología Factor Wellbeing, edición 2023, del Instituto del Propósito y Bienestar Integral, encontró que las mujeres tienen una percepción diferente (más disminuida) respecto a si en los puestos más altos de la organización puede haber mujeres. A su vez, se sienten con menos capacidad para realizar su trabajo.
Estas percepciones se muestran en la siguiente gráfica:

El punto final… la depresión
De igual manera, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en su Encuesta Nacional de Bienestar Autorreportado (ENBIARE) de febrero de 2024, indicó que en todos los rangos de edad monitoreados, desde los 18 hasta los 60 años y más, las mujeres mostraron un balance anímico más bajo que el de los hombres (5). En una escala de -10 a 10, el índice más bajo de las mujeres fue de 6.3 correspondiente a las mexicanas de 30 a 44 años. En comparación con los varones, el balance anímico más bajo fue de 6.7 entre los hombres de 45 y 59 años.
Por balance anímico se entiende que es un indicador de bienestar que se construye con base en los estados de ánimo que la o el informante declaró haber experimentado el día anterior a la encuesta. A los estados anímicos positivos se restan los negativos. El balance se expresa en un rango de valores que puede ir de un mínimo de -10 a un máximo de 10.
En la primera encuesta nacional de este tipo que se realizó en 2021, “la proporción de población con síntomas de depresión asciende a 15.4% de la población adulta, pero entre las mujeres alcanza 19.5 por ciento”.
En resumen, entre los problemas universales a los que se enfrentan las mujeres en términos de salud, sin contar el largo trabajo por realizar en el liderazgos en los centros de trabajo, y que pueden ser un área de oportunidad para reducir las brechas de género en las áreas de trabajo, están:
- Salud sexual y reproductiva
- Bienestar mental
- Salud materna
- Violencia contra las mujeres
Para hacer frente a algunos de estos pendientes y contribuir a la reducción de la brecha de género, éstas son algunas de las diversas recomendaciones que las fuentes consultadas para este texto remarcan:
- Fomentar la participación del Estado y de las empresas en los cuidados. Para acelerar la corresponsabilidad de los cuidados es necesario definir las instituciones que estarán a cargo de la política nacional de dicha materia y asignar el presupuesto para su funcionamiento.
- Asimismo, los servicios de cuidados deben responder a la realidad del mercado laboral, en específico, para extender una mayor cobertura a las mujeres que trabajan en la informalidad.
- Revisar las oportunidades de cubrir las brechas de beneficios inclusivos, incluyendo las necesidades de la mujer en materia de salud no cubiertas.
- Recopilar y analizar sistemáticamente datos específicos por sexo, etnia y género, para tener una representación más precisa de la carga de salud de las mujeres y el impacto de las diferentes intervenciones.
Referencias
(1) Organización Mundial de la Salud (2023). Lograr el Bienestar: un marco mundial para integrar el bienestar en la salud.
(2 y 3) WEF, McKinsey Health Institute “Closing the Women’s Health Gap: A $1 Trillion Opportunity to Improve Lives and Economies. Consultado en https://www.mckinsey.com/mhi/our-insights/closing-the-womens-health-gap-a-1-trillion-dollar-opportunity-to-improve-lives-and-economies
(4) Mercer Marsh Benefits. (2024). Health trends 2024: Conseguir el equilibrio adecuado entre la gestión de costos y la satisfacción de las necesidades de los empleados.
(5) Inegi. (2024). Encuesta Nacional de Bienestar Autorreportado (ENBIARE). Consultado en: https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2024/biare/biare2024_Ene.pdf
Autora: Ivonne Vargas Hernández. Editora en Jefe Observatorio Instituto Ciencias del Bienestar Integral. Autora, analista laboral y periodista especializada en Recursos Humanos y Gestión de Talento.