¿Cómo influyen la espiritualidad en el bienestar integral?

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28 agosto 25

¿Cómo influyen la espiritualidad en el bienestar integral?

Usualmente, cuando hablamos de salud, nos enfocamos en aspectos físicos y mentales, pero a menudo se deja fuera una dimensión fundamental: la salud espiritual. 
Esto se debe a múltiples factores, incluyendo el hecho de que es complicado hablar de aquello que involucra espiritualidad y religión, ya sea por estigma, deseo de no ofender o enseñanzas culturales que desincentivan que hablemos de esos temas. 
Podría decirse que nos falta lenguaje para explorar esa dimensión de nuestra humanidad. Es por ello que resulta tan útil conocer el término de salud espiritual, como lo propone el McKinsey Health Institute (1), el cual sostiene que este es un aspecto clave que se correlaciona directamente con la salud mental, social y física. 

“La salud espiritual se define como la capacidad de encontrar significado, sentir conexión con algo más grande y desarrollar un sentido de propósito.” 

Para algunas personas, esto está estrechamente relacionado con sus creencias y prácticas religiosas; mientras que, para otras, se vincula con una brújula moral interna o con la capacidad de enraizarse y estar presentes. La salud espiritual también se relaciona con experiencias como la contemplación, la conexión con la naturaleza, el arte y el servicio a los demás. Estos aspectos varían significativamente según las regiones geográficas y los grupos generacionales. 

Otros estudios, como el de Faith and Wellness: The Worldwide Connection Between Spirituality & Wellbeing (2), publicado por Gallup y Radiant Foundation, presentan un marco de análisis para apreciar la conexión entre espiritualidad y bienestar. Este estudio destaca que el sentido de propósito ayuda a las personas a afrontar desafíos con resiliencia; las conexiones sociales basadas en la fe fortalecen redes de apoyo; el compromiso cívico genera un sentido de pertenencia; la estabilidad emocional reduce el estrés; y el respaldo en el lugar de trabajo fomenta el bienestar integral. 

 

Espiritualidad y bienestar ¿generacional? 

En la encuesta de McKinsey (1), que obtuvo resultados de 41,000 personas en 26 países, la gran mayoría respondió que la salud espiritual es importante para ellas. Sin embargo, la Generación Z reportó problemas de salud espiritual con una frecuencia tres veces mayor que los baby boomers (59-77 años). Al mismo tiempo, aquellas personas jóvenes que reportaron tener mala salud mental también indicaron una falta de sentido de propósito con mucha mayor frecuencia que quienes reportaron gozar de buena salud mental. 

Otros estudios, como los realizados por el Springtide Research Institute (3), se han dedicado a entender cómo la Generación Z vive la espiritualidad y la fe, encontrando que solamente un 28% de los y las jóvenes (al menos en EE. UU.) confían en la religión organizada, mientras que la mayoría se acerca a la espiritualidad y lo sagrado a partir de lo que llaman “Faith Unbundled”, una combinación de elementos de creencias, identidad, prácticas y comunidad provenientes de diversas fuentes religiosas y espirituales. 

De acuerdo con el análisis realizado por el Instituto del Propósito y Ciencias del Bienestar Integral de Tecmilenio, los baby boomers presentan mayor satisfacción en las cuatro dimensiones de bienestar que se evalúan en la herramienta Factor Wellbeing (bienestar organizacional, enfoque en líderes, ambiente de trabajo y trabajo significativo). De alguna manera, consideran que las acciones en torno al bienestar son puntuales, adecuadamente desarrolladas y ejecutadas. Pero esa premisa pierde fuerza en los centennials (nacidos entre 1994 y 2010), quienes indican estar menos satisfechos con las acciones en torno al bienestar que se realizan en su empresa. 

Una interpretación para estos resultados, además de considerar la correlación que hacen entre bienestar y espiritualidad, es que los(as) colaboradores más jóvenes consideran que las empresas les “quedan a deber” en gestión del tiempo, programas y herramientas para lograr la desconexión laboral, descansar y contar con planes para su crecimiento en la organización. Todo esto lo engloban en el concepto de bienestar. 

Las generaciones más jóvenes muestran mayor resistencia a situaciones “anti-bienestar”, como las largas jornadas de trabajo, y buscan un mejor balance, un trabajo inspirador y líderes de los que puedan aprender. A diferencia de otras generaciones, como los boomers o la Generación X, quienes aún valoran la estabilidad de sueldo y prestaciones. No obstante, una aspiración que unifica a todas las generaciones es alcanzar una mayor calidad de vida. 

 

La agencia y la contribución como herramientas para enriquecer la salud espiritual 

Las acciones y actitudes que tomamos para vivir el propósito son fundamentales para la salud integral, en cualquier etapa de la vida. Para ello, poner en práctica la agencia para el bien común ofrece una vía para mejorar nuestra salud espiritual. 

Entendemos la agencia como la capacidad de actuar de manera consciente e intencional para influir en nuestro entorno. Esta capacidad influye en la toma de decisiones y en la movilización reflexiva del libre albedrío. La agencia para el bien común no es solo un concepto; la vemos en acción cuando una persona decide organizar a su comunidad para resolver un problema local, cuando alguien transforma su entorno a través del arte, o cuando un emprendedor social diseña formas de atender retos sociales y ambientales. 

Iniciativas como Spiritual Changemakers de Ashoka (4) resaltan la importancia de contribuir a cambiar el mundo de formas que alimenten nuestra razón de ser. A través de diversos programas y encuentros entre agentes de cambio con diversas prácticas, religiones y creencias, este tipo de esfuerzos genera efectos en la identidad y en la coordinación de impacto que permiten atender las problemáticas sociales más complejas, además de activar a más personas. 

El bienestar es tanto individual como colectivo, e involucra aspectos humanos más allá de la salud física y mental. Parte del “estar bien” responde a “hacer bien”, y existen incontables maneras de encontrar cómo poner nuestros talentos, virtudes y sentido de vida al servicio del bien común. 

Sin duda, para diferentes generaciones y culturas, las prácticas alrededor del bienestar —y en particular de la salud espiritual— varían de maneras importantes. Para construir un mundo donde el bienestar sea verdaderamente integral, es clave abrir conversaciones entre generaciones y culturas sobre lo que significa la salud espiritual. Al compartir experiencias y aprendizajes, podemos construir puentes que nos permitan fortalecer tanto nuestro bienestar individual como colectivo, y podemos evolucionar en las formas en que lo encontramos a lo largo de la vida. 

¿Tú cómo conectas con tu sentido de propósito? ¿Cómo fortaleces tu capacidad de influir en tu vida y entorno? 

Giselle Kuri es Co-Lead and Narrative Director en Ashoka, organización sin fines de lucro que promueve el emprendimiento social conectando y apoyando a emprendedores sociales individuales. 

 

Referencias

  1. McKinsey Health Institute. Spiritual health as a core dimension of wellbeing. Global Gen Z Survey, 2024. https://www.mckinsey.com/mhi/our-insights/in-search-of-self-and-something-bigger-a-spiritual-health-exploration 
  2. Gallup & Radiant Foundation. (2023). Faith and Wellness: The Worldwide Connection Between Spirituality & Wellbeing. https://cdn.prod.website-files.com/62227e42d75f1324a7537c67/65ca59fb37dfa45dc006bd90_Radiant_Report_10052023_FINAL.pdf 
  3. Springtide Research Institute. (2024, 18 de enero). Gen Z and Spiritual Practice. Recuperado de https://springtideresearch.org/post/religion-and-spirituality/gen-z-and-spiritual-practice
  4. Spiritual Changemakers Initiative - Ashoka. https://spiritualchangemakers.ashoka.org/ 

Autora: Ivonne Vargas Hernández. Editora en Jefe Observatorio Instituto Ciencias del Bienestar Integral. Autora, analista laboral y periodista especializada en Recursos Humanos y Gestión de Talento.

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